La relación entre las prácticas de caza y la seguridad alimentaria en Colombia ha sido poco documentada y abordada de manera desarticulada; por un lado desde la perspectiva biológica, generalmente mediante diagnósticos de corta duración, que tratan de identificar las especies objeto de aprovechamiento, describir usos, artes y métodos empleados y cuantificar la captura, y por otro lado desde la perspectiva antropológica, que explora las ideas, prácticas, concepciones y nociones que diversos grupos étnicos y sociales establecen al percibir, representar, clasificar, usar e interrelacionarse con entidades no humanas.
La carne de monte se convierte en un atributo integrador de los sistemas ecológicos y sociales, que da buena cuenta de las interacciones que se establecen y que moldean dinámicas de cambio en el territorio. Igualmente representa un buen ejemplo de la relación entre biodiversidad y bienestar humano, particularmente como servicio de abastecimiento relacionado con la oferta de alimentos sanos, de alto valor proteico, destinados además a usos de tipo medicinal. También es un servicio cultural dado que su obtención trae consigo el mantenimiento y la renovación de prácticas culturales y simbólicas, construcciones tecnológicas y de identidad, así como el manejo y ordenación propia del territorio, el establecimiento de relaciones sociales y la reafirmación de roles productivos y reproductivos en las comunidades rurales.
Las acciones encaminadas a resolver los problemas de alimentación generalmente no consideran la relación entre seguridad alimentaria y biodiversidad; estas acciones se enmarcan, principalmente, en una lógica asistencialista de disposición y acceso a alimentos básicos descuidando la base natural relacionada con la alimentación.
Algunos de los problemas más representativos en términos de seguridad alimentaria que se presentan en Colombia, no se derivan necesariamente de la disponibilidad en el suministro de alimentos, sino al acceso que tienen las comunidades rurales a la base biológica que los suministra; aspectos como el conflicto armado, la inequidad en la propiedad de la tierra, el reordenamiento territorial, la presión colonizadora, entre otros, se constituyen en factores que dificultan y en algunos casos impiden el acceso a la carne de monte por parte de comunidades rurales, con graves consecuencias nutricionales para estas poblaciones. Sin olvidar que el uso de la fauna silvestre se ha visto afectado por una postura preservacionista preponderante que ha desarrollado un amplio marco normativo de prohibición, generando en los usuarios directos la percepción de ilegalidad en sus prácticas y relaciones con la fauna.
Los elementos presentados en secciones anteriores, proporcionan suficientes argumentos para sugerir la urgente reorientación de la gestión de fauna silvestre hacia aspectos funcionales (servicios), que complemente la mirada convencional enfocada en composición y estructura (especies y poblaciones). Las nuevas aproximaciones deben considerar la relación funcional entre la disminución de las poblaciones de especies (algunas podrían considerarse grupos funcionales, indispensables para la estabilidad del ecosistema) y la transformación de los ecosistemas, y orientarse hacia aspectos de integridad y resiliencia ecológica de los ecosistemas. El propósito central de la gestión de la fauna silvestre debe fundamentarse en el marco de los servicios que ésta brinda como fuente de bienestar, y debe ser entendida no como un tema meramente técnico de interés académico, sino como un proceso de gestión plural desde la sociedad.
Finalmente se hace necesario que la investigación que se realice sobre la relación entre seguridad alimentaria y biodiversidad, analice aspectos de la funcionalidad de los ecosistemas, por ejemplo en cuanto a los impactos generados por la caza de fauna silvestre en la integralidad y resiliencia de los ecosistemas. Asimismo es fundamental avanzar en la comprensión de la contribución de la carne de monte al bienestar de las poblaciones rurales colombianas, y de cómo la pérdida y transformación de hábitats naturales afecta la seguridad alimentaria de estas comunidades.