Si bien las decisiones sobre el uso del suelo a escala local no son una función exclusiva del municipio, pues el Estado puede intervenir con proyectos de interés nacional, en general la gestión de los ecosistemas urbanos depende fundamentalmente de quién toma las decisiones dentro y fuera del perímetro urbano. Esta toma de decisión fragmentada en el territorio, aísla toda posibilidad de abordar las ciudades como procesos anidados y potencializa desequilibrios y conflictos territoriales, por ejemplo, en situaciones de borde urbano-rural.
La Reserva Forestal Protectora Bosque Oriental de Bogotá - RPBOB cuenta con tres autoridades que buscan su preservación. Si bien el Gobierno nacional definió la reserva en 1977, no se indicaron los límites para su gestión. Entre tanto, se sustrajeron algunas hectáreas para formalizar barrios (1998) y 28 años después el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial declaró el 6,89% de la Reserva como franja de adecuación (2005). Ante esta decisión, una ciudadana entabló una acción popular reclamando a la Nación la obligación de velar por un equilibrio ecológico en los Cerros Orientales de Bogotá. En noviembre de 2013 la Nación dio un fallo ordenándole al Ministerio de Ambiente, a la CAR y al Distrito Capital elaborar, ejecutar y financiar solidariamente al término de un año un plan de manejo para la franja de adecuación.
36 años después la invitación es explícita. Plantear una estrategia de gestión del ambiente urbano a distintos niveles de gobierno para reivindicar el rol de los cerros y para entregarle a los bogotanos y a los colombianos en general, nuevas miradas sobre este territorio: la ciudad vista desde los cerros, los cerros mirando a la ciudad, los cerros mirando a otros cerros y los cerros desde su interior. La estrategia de gestión debe partir del compromiso con la calidad de vida de todos los bogotanos y de la creatividad y aprendizajes de las autoridades competentes para asumir este reto de gobernanza urbana. La estrategia también necesita fomentar una cultura de territorio y valores acordes a una realidad cambiante y dinámica que hablen de conocimiento, adaptabilidad, colaboración, confianza, inclusión y diversidad. El resultado debe ser una imagen acordada en un propósito colectivo.