Colombia, como país megadiverso, tiene un enorme potencial para encaminar acciones hacia un desarrollo basado en la gestión integral de la biodiversidad. Un factor vital para dinamizar esta gestión es el acceso y la calidad de la información1.
Aunque a nivel global las colecciones biológicas constituyen una fuente invaluable de información e innovación, su labor no suele ser reconocida2. En el ámbito nacional la situación es similar pues la mayoría de las colecciones locales no cuenta con suficiente presupuesto para mantener el personal, la infraestructura y los equipos necesarios para garantizar su permanencia y para potenciar su consulta y uso. Aun así, iniciativas tales como el Inventario Nacional de la Biodiversidad y la Estrategia Nacional de Monitoreo, que consolidan información sobre la biodiversidad en el marco de un inventario actualizado, verificable, confiable y replicable, dependen del material preservado en las colecciones biológicas3.
Para mantener en el tiempo el patrimonio natural y cultural, plasmado en las 203 colecciones biológicas que custodian cerca de 6 millones de ejemplares de fauna, flora y microorganismos en 24 departamentos del país y Bogotá4, se debe hacer un diagnóstico de la representatividad y calidad de sus datos, con miras a diseñar e implementar actividades eficaces para su actualización.
En la actualidad, el Registro Único Nacional de Colecciones Biológicas (RNC), en alianza con el Sistema de Información sobre Biodiversidad de Colombia (SiB Colombia), consolida y facilita tanto la consulta como la descarga en línea de información sobre las colecciones biológicas. Un buen ejemplo son los herbarios y jardines botánicos nacionales. Este tipo de colecciones ofrece, a través del SiB Colombia, el mayor número de datos en línea y de libre consulta del país. Además, cuentan con una muy alta representatividad de especies reportadas y amenazadas de plantas 3, insumo determinante en el momento de orientar el estudio y la conservación de las plantas en el país. La oportunidad de acceder a indicadores como estos es posible gracias a los datos abiertos, que se ponen a disposición desde las colecciones biológicas, que alimentan iniciativas tales como la Evaluación de Riesgo de Extinción de la Flora Colombiana, la Estrategia Nacional para la Conservación de Plantas y el Inventario Forestal Nacional.
Para que las colecciones puedan seguir aportando con registros, a veces únicos, de la riqueza natural del país, deben estar en capacidad de publicar y difundir la información que contienen, por lo cual se debe priorizar el redireccionamiento de recursos. Considerar las colecciones biológicas como parte de un patrimonio cultural documental del país contribuiría a una mayor apropiación social.