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En ese contexto, el monitoreo del impacto de la publicación de los Libros Rojos de peces dulceacuícolas de Colombia6,7 cobra especial relevancia por la evidente importancia ecosistémica y de seguridad alimentaria que representan estas especies y porque este grupo biológico cuenta con dos ejercicios de categorización (uno de 2002 y otro de 2012). De hecho, cuando se analizaron los resultados obtenidos en los dos análisis de riesgo se detectaron diferencias debido a los cambios en las condiciones del país y en el nivel de conocimiento de la ictiofauna dulceacuícola. Por otra parte, un análisis de la información enviada por las Corporaciones Autónomas Regionales (CAR), la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (AUNAP), algunas universidades, ONG e institutos de investigación del Sistema Nacional Ambiental (SINA), evidencia que los estudios realizados responden a una serie de medidas de conservación que se propusieron en las dos evaluaciones realizadas.
Los estudios se centraron principalmente en las especies de la cuenca Magdalena-Cauca, otros analizaron aquellas distribuidas en las cuencas del Orinoco y del Amazonas y, en menor proporción, en las especies de las cuencas del río Catatumbo y aquellas que drenan directamente al Pacífico. Estos estudios representan un avance en las medidas de conservación, pero los resultados obtenidos no son los esperados luego de 13 años. Así mismo, el panorama de la conservación de las especies de peces dulceacuícolas amenazadas no resulta esperanzador, como bien lo expone la actualización del 2012, en la que el número de especies incluidas pasó de 45 a 81.
Por su parte, si bien el cálculo del ILR4 indica undescenso en la tasa futura de extinción, es probable que el índice responda a un aumento en la información de las especies evaluadas y no necesariamente a cambios positivos ejercidos para su conservación o la de su hábitat. La extinción de los peces de agua dulce está dada por fuertes amenazas como la sobreexplotación pesquera8,9,la contaminación por vertimientos y minería, la deforestación, la desecación de humedales, la fragmentación del hábitat como consecuencia de la construcción de represas y las invasiones biológicas7.
En suma, la tasa de producción de conocimiento sobre los peces de agua dulce del país y su conservación es muy baja frente a la tasa de degradación de los ecosistemas10. Resulta necesario entonces, revisar y actualizar el marco normativo vigente y convocar a los actores involucrados (MADS, AUNAP, ONG, Academia, etc.) para mejorar las condiciones actuales de las cuencas, realizar un mínimo de estudios biogeográficos, biológicos y pesqueros, y fortalecer la labor de las CAR. Del mismo modo, resulta imperativo articular las funciones y competencias de los actores del sector ambiental frente al manejo del sector pesquero y acuícola del país.