El Bosque Seco Tropical (BST) se encuentra en tierras bajas (0-1000 msnm) y se caracterizapor presentar una fuerte estacionalidad de lluvias con al menos tres meses de sequía (<100 mm de precipitación anual). Este ecosistema sostiene una diversidad única de plantas,animales y microorganismos, cuyas especies se han adaptado a condiciones extremas. El BST contiene aproximadamente 2.600 especies de plantas1, al menos 230 de aves2 y 60 de mamíferos, con 83,33 y 3 especies exclusivas, respectivamente3. Adicionalmente, el BST presta servicios fundamentales, tales como la regulación hídrica, la retención de suelos y la captura de carbono4,5
La distribución del BST en suelos relativamente fértiles y en condiciones climáticas específicas ha convertido sus áreas en escenarios históricos de asentamiento humano. En consecuencia, es considerado como uno de los ecosistemas más amenazados del neotrópico6; tanto así, que fue declarado como estratégico para la conservación de la biodiversidad por el Ministerio del Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible.
Hasta ahora, la imposibilidad de contar con un insumo cartográfico detallado había impedido lagestión integral del BST. Por tal razón, fue necesario cuantificar su distribución y determinar cuáles eran las presiones antropogénicas que más lo afectaban. La situación actual refleja una severa fragmentación, que se traduce en un número exiguo de remanentes boscosos que podrían limitar la provisión de servicios ecosistémicos.
Teniendo en cuenta que el BST constituye un porcentaje muy pobre de las áreas del Sistema Nacional de Áreas Protegidas7 (SINAP) (6,4%), yque las 9.000,000 ha que cubría originalmente, solo queda el 8%, es imperante establecer estrategias integrales para su gestión7. Estas deben considerar zonas prioritarias para la conservación, la restauración ecológica mediante enriquecimiento de áreas degradadas (rastrojos y bosques secundarios) y la conectividad de fragmentos estratégicos en territorios productivos8,9. De tal forma, es necesario adelantar acciones inmediatas:(a) orientar una agenda de investigación y monitoreo para enfocar mejor los esfuerzos derestauración; (b) revisar aquellos insumos cartográficos oficiales que registren remanentes menores a 25 ha; (c) lograr una mayor representatividad en el SINAP con base en las áreas de distribución original y no en los remanentes actuales; (d) incluir áreas de BST en figuras regionales de protección y en instrumentos de ordenamiento territorial; y (e) articular los esfuerzos de la red de reservas de la sociedad civil por medio de estrategias complementarias10,11.
Para poner en práctica las recomendaciones mencionadas, se debe garantizar un esfuerzo colectivo que involucre al Gobierno, a las entidades ambientales, a la Academia y al sector privado. Esto permitirá estudiar este ecosistema en mayor detalle y orientar las decisiones necesarias para conservar lo que queda del mismo.