A través del proyecto “Fortalecimiento de las capacidades de adaptación social y ecológica al cambio
climático en la cuenca hidrográfica del río Orotoy”, el Instituto Humboldt ha propuesto un modelo de gestión de procesos de gestión territorial1. Dicha iniciativa funciona con base en un marco de valoración integral de servicios ecosistémicos y en la identificación de los intereses comunes y los conflictos socioambientales de los actores locales, sectoriales e institucionales propios de cada escenario, en este caso, de la cuenca.
Los actores de esta zona, cuyas actividades económicas y de subsistencia dependen del agua, suelen atribuirle la reducida cantidad y calidad del recurso a la disminución del caudal en época seca. No obstante, también la asocian con una disminución en la mayoría de los servicios ecosistémicos fruto del crecimiento de los cultivos agroindustriales de palma.
Esta percepción ha sido alimentada por el abrupto cambio en las coberturas naturales y antrópicas que ha ocurrido en la zona. Entre 1986 y 2000, el 60% del bosque denso se redujo y una cuarta parte del bosque de galería se perdió, mientras que los cultivos de arroz disminuyeron su extensión en un 75%. Por otra parte, a partir del año 2000, el cultivo de palma de aceite incrementó en 236 ha/año y se perfiló como una fuente de empleo significativa en la cuenca. La evidencia apunta a dos grandes factores de cambio en el lugar: el aumento de cultivos de palma y la rápida implantación de sistemas tanto extractivos como minero-energéticos. Aunque algunos de estos factores han generado réditos económicos para el territorio, también han tenido efectos indirectos, tales como un aumento poblacional y una reducción en el suministro de los servicios a las comunidades, todo lo cual ha gestado, así mismo, conflictos socioambientales2.
El proyecto diferencia los conflictos a la luz de su ubicación en la cuenca y de las particularidades, la localización y el impacto de las actividades productivas como tales. Por ejemplo, en la parte alta predominan conflictos por el abastecimiento de agua, mientras que, en la media, sobresalen los conflictos desencadenados por actividades tales como la minería, la explotación de hidrocarburos y el cultivo de palma. Por otro lado, la parte baja de la cuenca constituye un escenario fértil para gestar conflictos relacionados con la calidad del agua, debido a que esta zona recibe parte de la contaminación producida durante las actividades adelantadas aguas arriba. Además de los conflictos relacionados con el recurso hídrico3, el cambio climático también se identifica como un factor de riesgo futuro, puesto que se traducirá en un aumento en la temperatura y en el surgimiento de nuevas plagas agrícolas.
Aunque se percibe un escaso interés en el manejo conjunto del recurso hídrico entre las entidades privadas y públicas, las soluciones planteadas por el proyecto requieren la participación de la comunidad: compartir, difundir y discutir el conocimiento científico y local puede fomentar la participación activa de todos sus actores. Por otra parte, la articulación de esfuerzos y el aumento del capital social pueden generar estrategias de gobernanza viables frente a los conflictos existentes. En tal medida, resulta necesario generar condiciones para la gobernanza, entre ellas: democratizar la información, empoderar a las comunidades, garantizar la voluntad política de las entidades gubernamentales y promover la participación de los sectores productivos.