La disminución de los medios de subsistencia y el aumento de la pobreza, particularmente de los sectores más vulnerables de la sociedad, es, en buena parte, resultado de la degradación de los ecosistemas, entre ellos los de humedal1. Las dinámicas hídricas de estos ecosistemas determinan, en la mayoría de los casos, las actividades económicas de las regiones. Tal dependencia es especialmente evidente en humedales de países en continua transformación, donde la progresiva extracción de los recursos naturales agudiza las condiciones de pobreza2.
Los humedales posibilitan relaciones vitales, dinámicas e interdependientes que surgen entre el ecosistema y la gente que lo habita, las mismas que les permiten funcionar como una sola unidad3. Así, el bienestar de las comunidades asociadas con los humedales depende directamente de las condiciones ecológicas del mismo, de sus niveles de degradación y de las garantías sociales de su conservación4.
Los bienes y servicios que el humedal provee les permiten a las comunidades recibir numerosos beneficios que preservan su modo de vida, tales como la pesca, la agricultura, la vivienda y la cultura, entre otros. Estos mismos beneficios aportan al sustento, al desarrollo y al bienestar a escalas local, regional y nacional5.
Según el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM)6, el 62% de la población colombiana se encuentra en situación de pobreza o miseria, condiciones ligadas con el desarrollo y el bienestar. En los municipios con 30% o más de su territorio en área de humedal1 donde viven cerca de 16 millones de personas, este mismo índice llega a 75%. Estos 284 municipios tienen como principales actividades económicas la pesca, la agricultura, la ganadería y la minería, es decir, su base productiva está relacionada con el sector primario de la economía, el cual aporta el 35% del Producto Interno Bruto (PIB)6. Pero, al mismo tiempo, dichos municipios presentan las mayores tasas de analfabetismo y deserción escolar, una alta incidencia de paludismo, gastroenteritis y dengue, y una alta mortalidad infantil.
Tales condiciones podrían estar relacionadas directamente con factores como la degradación de los ecosistemas de humedal, el aumento de enfermedades por pérdida de calidad del recurso hídrico, la disminución de la pesca, el aumento de los índices de desnutrición, la sedimentación, la pérdida de biodiversidad, los cambios en el ciclo hidrológico, la sobreexplotación de recursos y el cambio en los usos del suelo, todas las cuales afectan directa o indirectamente la oferta de servicios culturales, de abastecimiento y de regulación del ecosistema.
La calidad de vida de estas poblaciones, así como su capacidad de respuesta frente a la necesidad de conservar los humedales y de garantizar los beneficios asociados con ellos, se ven afectadas por el profundo desconocimiento de las ventajas y potencialidades propias de un ecosistema sano. En tal medida, promover instrumentos de gestión y gobernanza que relacionen los servicios ecosistémicos de abastecimiento y regulación con el desarrollo y el bienestar de las comunidades resaltará, aún más, la importancia de los humedales, que no solo radica en su patrimonio cultural y biológico, sino también en su aporte como fuente de desarrollo económico para el país.