Los relieves andinos hacen de Colombia un país geográficamente heterogéneo y propician una red hidrográfica que combina diferentes cuencas de distintas dimensiones, fisiografías y tipos de agua. Estan ubicados en cuatro vertientes: Caribe, Pacífico, Orinoquia y Amazonia. El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), como institución encargada de la zonificación hidrográfica del país, clasifica y prioriza unidades de análisis para la ordenación y gestión del recurso hídrico con base en las fronteras de las cuencas de forma regional y solamente en términos de división política para manejarlas por secciones1.
Una clasificación regional de los ecosistemas dulceacuícolas que conjugue tanto este criterio geográfico como uno biológico, no existe para Colombia a pesar de ser una herramienta de gran utilidad para la comprensión del territorio y la definición de estrategias para la conservación y manejo. Al interior de una ecorregión las especies, junto con la dinámica ecológica y las condiciones ambientales, son más similares entre sí que con las de regiones ecológicas circundantes, convirtiendo a la ecorregión por sí misma en una unidad de conservación.
A nivel global se cuenta con una propuesta de ecorregionalización en ecosistemas acuáticos2, que evidencia la importancia de los ejercicios de regionalización para el establecimiento de zonas dulceacuícolas protegidas y resalta la inexistencia o precariedad de modelos apropiados de figuras de protección. Sin embargo, al manejar estos modelos a un nivel global se dejan prácticamente por fuera todas las particularidades biogeográficas del norte de Suramérica.
En esta propuesta las zonas hidrográficas oficiales3 se reagruparon de acuerdo con la composición íctica, la interpretación de la red de drenaje y las características geomorfológicas de las cuencas, teniendo en cuenta la similitud ictiogeográfica como indicador de la identidad de cada ecorregión. Se proponen 28 ecorregiones de agua dulce4 agrupadas en dos grandes regiones (Trasandina y Cisandina) y cuatro vertientes, que pueden ser utilizadas en los ejercicios de planeación territorial y según los objetivos de conservación podrían subdividirse a su vez altitudinalmente donde haya un recambio en la composición íctica o jurisdicciones particulares. Esto podría ser de mucha utilidad en la definición de áreas protegidas o como respuesta para los cuatro niveles de planificación territorial que vinculan a las cuencas hidrográficas (macrocuencas y planes de orden nacional, zonas hidrográficas y cuencas donde se desarrollan los Pomcas, microcuencas y acuíferos)1.
Las mayores diferencias respecto a las zonas hidrográficas reconocidas para Colombia, están sustentadas en la composición de especies y en la geomorfología que delimita la distribución. Se debe resaltar que la geomorfología existe, da forma al territorio y su ocupación es posterior al establecimiento de las geoformas; esto significa que la distribución de los peces depende de la forma de la tierra y la delimitación de los ríos. Sin embargo, la ocupación compartida y las particularidades de las especies son ilustrativas de procesos históricos. En conclusión, para elaborar una propuesta de gestión territorial robusta se debe integrar de manera inicial la geología e hidrología y corroborar, complementar y discutir la biogeografía usando la distribución de las especies de peces.
La propuesta de ecorregiones da una visión más integral del territorio, pues incluye un estudio ecológico y recoge la historia natural de algunos organismos. Vale recalcar que aproximaciones como esta serían de gran utilidad para ejercicios de planeación territorial, generación de planes de conservación de los recursos acuáticos y propuestas en ejercicios de compensación ambiental en aguas dulces.