Las ciudades representan una dualidad entre desafíos y oportunidades para la conservación de la biodiversidad. En el contexto colombiano, cada vez hay más personas viviendo en paisajes urbanizados que generan profundas transformaciones e impactos sobre la naturaleza y sus dinámicas, aumentando la desconexión entre los habitantes y procesos ecológicos que sustentan la vida. Esto ha llevado a un cambio en el enfoque de los estudios sobre biodiversidad urbana, en el que se abarca no solo el análisis descriptivo de las problemáticas, sino su incorporación como un elemento fundamental en los procesos de planificación y gestión ambiental en múltiples ciudades del mundo.
En el año 2016 el Instituto Humboldt realizó un experimento colectivo en el que se evidenció la voluntad de las ciudades de reconocer y gestionar la naturaleza, donde las capacidades locales dialogan e inspiran soluciones basadas en la biodiversidad a diferentes escalas y desde diferentes visiones. Esta obra, Naturaleza Urbana: plataforma de experiencias
1 presenta más de 30 casos con iniciativas orientadas a comprender, proteger y proyectar la naturaleza urbana a través de temas como ciencia ciudadana, inventarios de biodiversidad, evaluación de servicios de ecosistemas, mapeo de humedales, calidad ambiental, corredores ecológicos, gobernanza y educación ambiental, restauración ecológica, áreas protegidas urbanas, conflictos ecológicos y justicia ambiental, entre otros.
Está en manos de esta nueva gobernación de activistas, investigadores, urbanistas y tomadores de decisiones impulsar un modelo de ciudad que se aleje de los imperativos de la especulación para ponerse al servicio del interés colectivo2. Es necesario entonces un cambio de paradigma sobre las decisiones urbanas en el que la biodiversidad sea el elemento principal en los procesos de planificación urbana y gestión ambiental, un escenario en que los ciudadanos ejerzan una vida urbana más conectada con la biodiversidad.