Las prácticas de conservación in situ de la vida silvestre usualmente se llevan a cabo en parques nacionales y reservas naturales, conservando las especies y la protección de los hábitats donde se encuentran. Sin embargo, cuando se trata de conservar a largo plazo especies de plantas silvestres y sus semillas, hay dos limitantes para la conservación in situ: 1. El tiempo, relacionado con la viabilidad de las semillas, la cual es generalmente corta y 2. El espacio, asociado con la disponibilidad de hábitat adecuado para las especies, que en algunas regiones puede ser reducido como consecuencia de la deforestación y otros motores de cambio global, generando la pérdida de especies y sus semillas.
Estos dos limitantes han llevado al uso de estrategias de conservación ex situ, como es el almacenamiento de germoplasma en bancos de tejidos o semillas, lo que permite, en espacios relativamente pequeños, mantener una representación de la diversidad genética de las especies en material vegetal con potencial de uso para propagación. Tradicionalmente, estos bancos han buscado dar respuesta a necesidades primarias como la seguridad alimentaria, es decir, asegurar una oferta permanente de alimento a nivel global. En Colombia esta estrategia ha sido liderada por el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) desde 1974 y Agrosavia desde 1994, con más de 50 000 accesiones en conjunto.
Con este propósito, de forma más reciente se dio inicio a los bancos de semillas de plantas nativas, liderados por entidades como jardines botánicos e institutos de investigación. Esta creación responde a las metas 8 y 9 de la Estrategia Global para la Conservación de Plantas (ENCP), las cuales buscan promover la conservación de al menos el 75 % de las especies vegetales amenazadas en colecciones ex situ y el 70 % de la diversidad genética de los cultivos, incluidas las especies silvestres emparentadas y otras especies vegetales de valor socioeconómico1.
Con el fin de fortalecer el trabajo en estas temáticas y de ofrecer una respuesta conjunta a este nuevo enfoque de conservación de biodiversidad con implicaciones para la seguridad alimentaria, se estableció la Red Colombiana de Conservación de Semillas en el marco del X Congreso Colombiano de Botánica en el año 2019, esta busca intercambiar experiencias y capacidades y generar un plan de trabajo conjunto que permita abarcar el mayor número de ecosistemas y especies de importancia tanto económica como biológica en el país. La creación de esta red también aportará al cumplimiento de las metas 7 y 10 de la de la ENCP, las cuales tienen como objetivo asegurar la conservación ex situ de al menos el 15 % de especies de plantas prioritarias para la conservación (amenazadas y endémicas), del 50 % de las especies de plantas cultivadas y de sus parientes silvestres, y del 10 % de otras especies del valor socioeconómico2.
En el cumplimiento de estas metas también se deben considerar aspectos sobre la fisiología de las especies, ya que no todas las semillas toleran ser desecadas, requisito para ser almacenadas a largo plazo. Según esta capacidad pueden clasificarse en recalcitrantes (baja tolerancia a la desecación) u ortodoxas (tolerantes a la desecación)3. Para el caso de especies de árboles y arbustos de Colombia, incluyendo palmas, se estima que un X% de las 8000 especies registradas4 pueden ser almacenadas en bancos de semillas.
Al 2019, la red conserva semillas de más de 700 especies nativas y 30 de importancia económica. Los ecosistemas mejor representados son el páramo y el bosque seco tropical, ecosistemas amenazados y estratégicos para el país. La Red Colombiana de Conservación de Semillas busca posicionarse como un referente a nivel nacional para aquellas iniciativas cuyo objetivo es conservar recursos genéticos o biológicos y asegurar la sostenibilidad de nuestros recursos naturales a la vez que se garantizan los alimentarios.