El Límite Superior del Bosque es una condición ecológica global determinada por el cambio en las condiciones ambientales con el incremento de la elevación. Dichos cambios limitan el desarrollo de los árboles1 dando paso a otro tipo de formas de vida que responden mediante mecanismos y estrategias adaptativas que permiten su supervivencia. En los Andes tropicales el LSB se reconoce como una zona de transición entre el bosque altoandino y el subpáramo.
Aunque Colombia cuenta con un amplio acervo de conocimiento de los ecosistemas paramunos, el LSB como una zona de transición hacia ecosistemas adyacentes es menos conocido y se tiene poca información en cuanto a su composición de especies, cambios en su estructura según las condiciones climáticas y topográficas específicas, su funcionamiento y los servicios ecosistémicos asociados. Estas zonas de transición son reconocidas como sistemas que juegan papeles críticos en el flujo de organismos, materiales y energía entre los ecosistema2 y se diferencian de los sistemas adyacentes en composición, funciones ecosistémicas y dinámicas temporales3.
La posición altitudinal del LSB presenta una dinámica espacio temporal, la cual se explica principalmente con variaciones térmicas4. A pesar de lo anterior, se reconoce que a nivel regional y local muchos otros factores y procesos determinan este límite: 1. Aspectos abióticos como el aumento de la radiación, la baja disponibilidad de agua, la topografía y las características de los suelos; 2. La influencia de la actividad humana que produce cambios en los regímenes de disturbio; 3. Interacciones bióticas como la competencia o facilitación, y limitaciones en los procesos de dispersión3 y también por la presencia de especies exóticas, como pinos y eucaliptos, e invasoras como el retamo en algunos sectores.
Como parte de estas variaciones espaciales, el LSB puede ubicarse a mayores elevaciones cuando los macizos montañosos son más amplios o alcanzan una mayor altura, al tiempo que en áreas aisladas y de menor altura puede encontrarse altitudinalmente más abajo (efecto telescopio o Massenerhebung)5, esto mismo ocurre en vertientes más secas y con mayor estacionalidad hídrica o en áreas sujetas a intervención antrópica (paramización).
De la misma forma, se han observado variaciones de la posición del LSB en el tiempo. Durante los ciclos glaciares e interglaciares del Pleistoceno, y más recientemente en el Holoceno, se presentaron ascensos y descensos pronunciados, llegando en épocas como del máximo glacial a ocupar áreas entre 800 a 1.000 m por debajo de su posición actual6.
Esta estrecha relación con la temperatura permite afirmar que el LSB es un indicador potencial de los efectos del calentamiento global en la distribución y estructura de los ecosistemas, lo cual en zonas conservadas pudiera resultar en un ascenso del bosque mientras en áreas transformadas en un descenso de especies pioneras de páramo las cuales impiden la regeneración del bosque.
Gracias al Proyecto Páramos y Humedales, financiado por el Fondo Adaptación se ratificó que el LSB obedece a variables topoclimaticas y geológicas del sistema montañoso del país, permitiendo evidenciar las diferencias existentes en cada una de las regiones y localidades del país, lo que conduce a entenderlas como áreas de manejo diferencial de acuerdo con sus características.
Conocer la localización exacta y movimientos del LSB es importante en escenarios de cambio climático, para la toma de decisiones y el ordenamiento territorial. Son necesarios estudios que identifiquen y cuantifiquen las presiones antrópicas que más los afectan, pues son estas quienes modifican su posición y sus dinámicas, esto permitirá priorizar zonas para la restauración y gestión de los páramos.