La región de la alta montaña incluye ecosistemas como el bosque altoandino y el páramo y sus transiciones, que se distribuyen en las tres cordilleras y la Sierra Nevada de Santa Marta, generalmente sobre los 3000 m s. n. m.13. Según el Catálogo de Plantas y Líquenes de Colombia, sobre los 3000 m s. n. m. se registra un poco más de 4000 especies de plantas vasculares, de las cuales el 31 % se han identificado como endémicas para el país 1. De este conjunto de especies, 1119 especies de plantas vasculares crecen de forma exclusiva entre los 3000 y 5000 m s. n.m., de las cuales 734 son endémicas (65 %). Considerando que a nivel del neotrópico se han reportado 3564 especies solo en el páramo, se estima que más del 30 % de las plantas vasculares de los ecosistemas tropicales de alta montaña se encuentran en Colombia, por lo cual estas deben ser una prioridad de conservación1,2. Para asegurar la supervivencia de estas especies es necesario conocer su distribución geográfica, el estado de conservación de sus poblaciones, y las presiones sobre su hábitat.
Un grupo de entidades e investigadores realizaron entre 2016 y 2019 la evaluación del riesgo de extinción de algunos grupos de plantas priorizados de la alta montaña, incluyendo frailejones, bromelias, ericáceas y otras especies endémicas, gracias al apoyo recibido por la iniciativa “Critical Ecosystems Partnership Fund” (CEPF) y la Unión Europea a través del proyecto “Biodiversidad y Recursos Hídricos de los Andes del Norte”3.
Como resultado de esta iniciativa se actualizó la categoría de amenaza de 118 especies endémicas y se evaluó el estado de conservación de otras 262 especies endémicas (380 en total), lo cual corresponde al 50 % de todas las especies endémicas de la alta montaña registradas en el país4. Previamente a este esfuerzo, se habían evaluado un total de 123 especies de plantas endémicas de la alta montaña, como resultado de la publicación de la serie Libro rojos de plantas de Colombia5-8, lo que indica un aumento considerable en la información disponible sobre este grupo. La mayoría de las especies tienen distribuciones geográficas menores a 5000 km2, lo que las hace particularmente vulnerables a factores de cambio climatico y de transformación9.
Las evaluaciones realizadas indican que un 50 % de las especies se encuentra en alguna categoría de amenaza, principalmente como resultado de cambios en la extensión y calidad del hábitat por la expansión agrícola y minera, entre otros usos. Además, dentro del conjunto de especies evaluadas, el mayor número de especies amenazadas se encuentra en la cordillera Oriental, principalmente en los departamentos de Boyacá, Norte de Santander, Santander y Cundinamarca2. Lo anterior, si bien refleja la existencia de amenazas para la conservación de las especies en estas zonas del país, también se relaciona con un mayor nivel de conocimiento en estos departamentos y una alta riqueza de especies, según lo observado en análisis previos sobre la distribución de la flora endémica3. Adicionalmente se estima que el cambio climático impactará la supervivencia de muchas de estas especies; sin embargo, aún no se cuenta con suficiente información para predecir el detalle de dichas afectaciones10.
Los resultados obtenidos son un aporte para la Estrategia Nacional de Conservación de Plantas11. Sin embargo, es necesario para asegurar la conservación de las especies endémicas de alta montaña: 1. Terminar de evaluar el estado de conservación de la totalidad de las especies; 2. Definir las áreas con prioridad de conservación teniendo en cuenta el número de especies amenazadas y las presiones; 3. Diseñar estrategias de conservación de la mano de autoridades ambientales a cargo de áreas protegidas donde están presentes muchas de estas especies, con énfasis en ecosistemas y no en grupos de especies particulares; y 4. Involucrar a las comunidades locales en la protección de áreas estratégicas por medio de programas de educación y de participación comunitaria.