Las Naciones Unidas declararon este decenio (2021-2030) como la década de la restauración, reconociendo que es urgente realizar acciones que eviten que la temperatura promedio global ascienda por encima de los 2ºC para 20401. Estas acciones están enfocadas en soluciones basadas en la naturaleza orientadas a conservar e incrementar los sumideros de carbono en bosques y humedales, en gran parte a través de procesos de restauración diseñados e implementados con actores locales2. A nivel mundial, ambiciosas iniciativas han involucrado alianzas gubernamentales y privadas, encaminadas a sembrar miles de millones o incluso millones de millones de árboles3,4. Sin embargo, estos proyectos se han enfocado principalmente en la acción de siembra y no en todo el proceso de restauración ecológica, que impone múltiples retos en el largo plazo. Aspectos tales como la idoneidad de las especies nativas, el sitio y el momento de siembra, el monitoreo a los individuos sembrados y el involucramiento de las comunidades locales, en conjunto, son clave para garantizar el éxito de la restauración y su contribución a la captura de carbono bajo escenarios de cambio climático5,6.
Bajo estas consideraciones y con la misión de aportar a la sostenibilidad de los procesos de restauración de ecosistemas estratégicos de Colombia7,8, el Instituto Humboldt participó de la iniciativa del gobierno nacional 2018-2022 de sembrar 180 millones de árboles, incorporando un enfoque multidisciplinario que asegure a futuro que las siembras trasciendan en procesos exitosos. A través de un trabajo en red, con aliados en las regiones, y una participación de actores científicos, técnicos y comunitarios, se fortalecieron capacidades en el proceso de restauración y monitoreo. Uno de los principales logros de esta estrategia fue la conformación de la Red de Viveros de Colombia, en conjunto con Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MinAmbiente) y el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), como un reconocimiento a la importancia de los viveros como parte fundamental en la cadena de valor de la restauración y como medio de vida para las comunidades. Se realizaron cuatro encuentros regionales en donde participaron más de 100 viveristas y se generó un espacio de fortalecimiento de capacidades en aspectos como propagación, rentabilidad y comercialización. Adicionalmente, se implementaron siembras en alianza con jardines Botánicos, asociaciones locales y entidades educativas, como una estrategia para establecer plataformas piloto de procesos de restauración que consideran criterios como la alta riqueza de especies nativas, diseños de restauración robustos, fortalecimiento de planes de educación ambiental y aulas vivero para garantizar la continuidad en el largo plazo10-12. Este proceso implicó el desarrollo de un modelo espacial para priorizar áreas de restauración considerando su costo-beneficio y el desarrollo de lineamientos técnicos para la propagación de especies de interés13-15.
A través de esta estrategia integral, se pretende asegurar la sostenibilidad de la restauración como un proceso mediante el cual se puede alcanzar la recuperación de coberturas en tierras degradadas16. Sin embargo, el camino aún es largo y es fundamental garantizar el monitoreo de todas las iniciativas de restauración del país, así como la articulación con las comunidades locales. Es importante señalar que orientar todos los esfuerzos hacia la siembra de árboles podría eclipsar el potencial de otras soluciones basadas en la naturaleza para reducir la deforestación y las emisiones, como la reconversión productiva, que permitiría frenar la ampliación de la frontera agrícola o el manejo del paisaje a través de la regeneración natural17,18.