El cambio en el uso del suelo es actualmente el principal factor de transformación y pérdida de la biodiversidad terrestre1, alterando la composición y diversidad de los ecosistemas, así como sus procesos y servicios ecológicos. Determinar cambios en la composición de especies − a lo largo de gradientes de coberturas naturales y antrópicas − permite medir el impacto actual de la transformación de los ecosistemas naturales y hacer proyecciones bajo ciertos escenarios socioeconómicos y de cambio climático. Estas proyecciones son determinantes en un país como Colombia, el segundo más biodiverso en términos ecosistémicos pero altamente vulnerable2,3.
Colombia fue priorizada entre los casos de estudio evaluados por la iniciativa PREDICTS3, que pretende medir y proyectar el impacto de cambios del uso del suelo sobre la biodiversidad terrestre. Se modelaron las tendencias de la biodiversidad ante el cambio climático entre los años 1500 y 2100, de acuerdo a la disponibilidad de información histórica4 y según los cuatro escenarios de cambio climático (RCP) planteados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Con base en información secundaria, además de variables asociadas a los escenarios, se comparó el listado de especies en áreas con diferente grado de intervención (vegetación secundaria madura y joven, cultivos, pastos y zonas urbanas) respecto a las especies en vegetación nativa primaria3. Posteriormente, las diferencias en diversidad entre estos tipos de hábitat fueron asociadas con diferentes proyecciones del uso del suelo bajo los cuatro escenarios de cambio climático5, con el fin de proyectar cambios en la biodiversidad bajo diferentes escenarios socioeconómicos.
Se determinó que la vegetación primaria ha sido reemplazada por vegetación homogénea propia de cultivos y pastos. Esto ha causado que la biodiversidad de todo el país registre en promedio un cambio del 18 % en la composición de las especies (debido a la reducción en el número de especies o al reemplazo por especies invasoras), en especial en áreas donde la intervención antrópica es más extensa, como en la región Andina.
Dentro de los usos de suelo, los cultivos y pastos tienen un mayor impacto en la biodiversidad, es decir, soportan la menor proporción de especies encontradas en sitios sin intervención. Debido a la gran expansión de pastos, esta disminución de la diversidad está generando un proceso de “homogenización biótica”6 en el que dominan especies generalistas y zonas homogéneas que ponen en riesgo la diversidad de funciones ecosistémicas.
Debido a la similitud entre hábitats disponibles, la composición de especies varía poco entre la vegetación primaria y secundaria madura. Esto sugiere que hay una relación de dependencia entre la distribución espacial del paisaje y la regeneración natural del bosque, que a su vez aseguraría la conservación y prestación de servicios que amortiguarían los disturbios humanos. Los parches más cercanos a bosques primarios tendrán mejor capacidad de regeneración debido a la presencia de especies y a su cercanía en términos de dispersión. Con relación a los escenarios, el llamado “sin cambios socioeconómicos” presentaría la mayor reducción local en la complejidad de especies y por tanto el de mayor impacto sobre la biodiversidad. Bajo este escenario la composición se reduciría aproximadamente 79 % al 2090, debido principalmente a la expansión de las fronteras agrícola y ganadera para cubrir las demandas poblacionales.
Dada la tasa de cambio de uso del suelo en el país, particularmente en aquellas áreas consideradas vulnerables, es necesario generar e integrar bases de datos de muestraos protocolizados y comparables7-9, que permitan entender los patrones de respuesta de la biodiversidad a diferentes escalas espaciales y temporales. Así mismo, se requieren estudios de campo que permitan llenar vacíos de información en los modelos y fortalecerlos en regiones con baja tasa de publicaciones científicas como la Amazonia, Orinoquia o Chocó.