Con la creación del Sistema Nacional Ambiental (Sina) mediante la Ley 99 de 1993 se reconoce el quehacer científico como componente central de la gestión ambiental del país. Este objetivo se hace operativo a través de la gestión de cinco institutos de investigación, los cuales se definen como generadores y promotores de investigación científica para orientar la toma de decisiones y la formulación de políticas relativas al ambiente encaminadas al bienestar de la población.
Desde sus inicios, el Instituto Humboldt ha producido conocimiento base de la biodiversidad continental del país, centrado en el fortalecimiento de las colecciones biológicas y la estructuración de un Sistema de Información sobre Biodiversidad (SiB), lo que lo convirtió en un actor clave en la formulación de la primera Política Nacional de Biodiversidad de 1997.
Con la formulación de esta política, se dio un paso fundamental al reconocer que la conservación y uso sostenible de la biodiversidad requieren de un enfoque intersectorial y un abordaje descentralizado, con participación de la sociedad civil. En 2012, con la formulación de la Política Nacional para la Política Nacional para la Gestión Integral de la Biodiversidad y sus Servicios Ecosistémicos (PNGIBSE) reitera el entendimiento de la gestión de la biodiversidad como un proceso integral con enfoque socioecológico y transversal hacia todos los sectores de la sociedad, lo anterior a partir de los debates internacionales planteados por la Evaluación de Ecosistemas del Milenio (MEA) y las Metas Aichi –actualmente se fundamenta también en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)–, lo cual conllevó al redimensionamiento de la comprensión convencional de la conservación y uso sostenible de la biodiversidad.
Lo anterior permitió que el Instituto avanzara en el entendimiento de las posibilidades del uso de la biodiversidad como una estrategia de conservación, en la comprensión del papel de la biodiversidad en paisajes rurales transformados y en la inclusión de conocimientos útiles de las comunidades étnicas y locales para la gestión de la biodiversidad de los territorios/ecosistemas que habitan.
Bajo este nuevo enfoque, el Instituto ha fortalecido la comprensión tanto de la intrínseca interdependencia de los sistemas ecológicos y sociales, que tienen lugar en escalas –temporales y espaciales–, como del aporte de la gestión integral de la biodiversidad en las trayectorias de cambio de las transformaciones territoriales. Esta comprensión exige, por consiguiente, promover mecanismos de articulación entre instituciones y de estas con la sociedad, lo cual supone plantear de manera diferente, y en diferentes escalas territoriales, el abordaje de las relaciones entre la ciencia y otros sistemas de conocimiento y los tomadores de decisiones.
Finalmente, y al evaluar la gestión institucional, es posible constatar que el conocimiento sobre la biodiversidad ha permeado los planes nacionales de desarrollo y otros instrumentos de planificación territorial, lo cual permite reiterar que la interfaz ciencia-política opera actualmente desde un liderazgo institucional más vigente y necesario que nunca.