En los últimos años, la delimitación de los páramos ha sido una de las determinantes ambientales que mayor polémica ha generado, pues hasta hace poco, en el marco de la Ley 1753 de 20151, en los páramos delimitados regía la restricción absoluta de las actividades mineras y agropecuarias. Las resoluciones de delimitación de 34 páramos emitidas desde entonces, dictan que las autoridades ambientales deberán zonificar4 y determinar el régimen de usos de estos ecosistemas en los tres años posteriores a su emisión.
A lo largo de 2018 se produjeron nuevas legislaciones de diferente jerarquía que modifican el panorama de la restricción absoluta. Entre ellas están la Resolución 0886 de 2018, que establece lineamientos para zonificación de los páramos y las reconversión y sustitución de actividades agropecuarias, y la Ley 1930 de 20182, que plantea los lineamientos para la gestión integral de los páramos.
Algunos de los nuevos desafíos incluidos en este marco normativo son: 1. La diferenciación entre actividades de alto y bajo impacto y la posibilidad de continuar con estas últimas; 2. El reconocimiento del arraigo y la dependencia del los habitantes del, que debe tenerse en cuenta a la hora de imponer la sustitución o reconversión de sus actividades productivas; 3. La obligación de las autoridades ambientales de tomar decisiones sobre su ordenamiento y manejo, en colaboración con las comunidades locales y con base en un diálogo de saberes en el que se reconozcan los conocimientos de los habitantes sobre sus territorios.
Este nuevo panorama hace necesario contar con conocimiento preciso sobre los habitantes de los páramos, el rol de las autoridades ambientales y las actividades productivas que se desarrollan. En 2015 el Censo Nacional Agropecuario (CNA)3 produjo información estadística georeferenciada sobre el sector agropecuario y la población rural del país que permite suplir en parte dicha necesidad.
Los datos del CNA son útiles para la zonificación y la elaboración de los planes de manejo de los páramos. Sin embargo, al estar centrados en la dimensión económica-productiva de las Unidades productivas agropecuarias (UPA5), no aborda otras dimensiones del mundo rural como los campesinos sin tierra y de población flotante con incidencia en estos territorios. Tampoco permite caracterizar elementos culturales, organizativos y territoriales de la población5-7. Por este motivo, también es importante analizar las relaciones de estas poblaciones con los territorios desde ámbitos que trascienden lo productivo, considerando especialmente las conexiones de estas poblaciones con la biodiversidad y la contribución de la misma a su bienestar.