El diseño e implementación de estrategias y políticas dirigidas a la conservación de la biodiversidad se basa, en la mayoría de los casos, en información de carácter biológico o ecológico, dejando de lado los conocimientos y valores culturales de las comunidades que habitan estos territorios1. Esta ausencia dificulta que las estrategias sean implementadas, pues, en ocasiones pueden ir en contra de las prácticas y relaciones que los habitantes tienen con la naturaleza a nivel local2.
Teniendo en cuenta lo anterior, y sumada a las otras expediciones biológicas realizadas en el país después de la firma de los acuerdos de paz entre el Estado colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc-EP), entre el 2017 y el 2019 se formuló y ejecutó el proyecto Santander Bio con el objetivo de generar conocimiento sobre la biodiversidad del departamento y tomar decisiones informadas para la gestión de los recursos naturales del departamento.
El reconocimiento del valor que tienen las plantas y animales para los pobladores locales y la priorización para su conservación, se realizó a través del índice de saliencia cultural a partir de encuestas y entrevistas. Este índice combina la frecuencia promedio en la que una especie es nombrado por los encuestados y la posición que ocupa en sus listas mentales, permitiendo identificar cuáles están presentes de manera más frecuente y con mayor inmediatez en la construcción mental de los encuestados3,4.
Los resultados revelaron que las especies con índices de saliencia más altos son aquellas que han tenido un rol fundamental en los medios y modos de vida de estas comunidades a través de la historia y, por lo tanto, tienen un lugar privilegiado en sus marcos de pensamiento. Cuando los investigadores rastrean el terreno, durante las expediciones, algunas de estas especies pueden estar extintas o no ser tan visibles al ojo del investigador. Por esta razón, la importancia que las comunidades le adscriben a ciertas especies puede ser estratégica para identificar valores objetos de conservación y abanderar políticas que vayan en sincronía con las realidades locales y, por ende, sean sostenibles en estos territorios.
Las listas de especies y el índice de saliencia permiten: 1. Conocer de manera rápida especies valoradas por los pobladores locales; 2. Buscar puntos de convergencia entre los habitantes de estos territorios y otros tomadores de decisiones con relación a las prioridades de conservación; 3. Incorporar el conocimiento local en la toma de decisiones; 4. Complementar los inventarios biológicos realizados en las expediciones; y 5. Evidenciar posibles conflictos entre iniciativas de conservación y actividades productivas. Tener en cuenta las especies valoradas culturalmente por las comunidades rurales y sus prioridades de conservación, permite generar políticas que promuevan diálogos más equitativos entre los actores involucrados en arreglos de gobernanza, lo que conduce a mejorar la efectividad y apropiación de estrategias para la conservación de la biodiversidad5,6 y, en consecuencia, garantizar su sostenibilidad en el tiempo.