La Mojana, una región localizada en Córdoba y Sucre, es una gran planicie de inundación formada por el encuentro de los ríos Cauca y San Jorge, cuando estos descienden de las cordilleras central y occidental1. Este territorio fue habitado por los indígenas zenú hasta su desaparición, aparentemente por una sequía extrema2 en el 600 d. C. Los Zenúes fueron reconocidos por poseer una cultura anfibia ya que sabían subsistir en periodos de sequía y de lluvias, para ambos momentos adaptaron las viviendas, el transporte y la forma de obtener los alimentos3. Paradójicamente, La Mojana es la región del país donde se presentan mayores afectaciones por inundación y sequía cada año4. Muchas de estas afectaciones se deben a que los tipos de humedales de esta región –ríos, caños, arroyos, ciénagas y zapales– están alterados porque los canales por donde fluía el agua han sido modificados y los bosques inundables eliminados.
Este gran ecosistema también se puede considerar un ecosistema anfibio5 ya que en unos momentos está inundado y en otros seco, siendo ambos extremos parte de su identidad y funcionalidad. Restaurar un ecosistema de este tipo supone grandes retos pues exige diseñar estrategias –composiciones florísticas y apertura de flujos de conexión– que funcionen y sobrevivan en ualquier momento hidrológico del año. Por otro lado, debido a su enorme fertilidad, esta planicie debe considerarse como un gran socioecosistema porque desde hace muchas décadas funciona condicionada por una enorme actividad agrícola basada principalmente en el cultivo de arroz y en la ganadería.
Rehabilitar un ecosistema complejo como este supone muchos retos e innovación. La estrategia más viable para garantizar la sostenibilidad en este contexto es diseñar a partir del entendimiento y reconocimiento de los modos de vida actuales de la región y la manera como estos ecosistemas proveen bienestar a sus habitantes.
Para lograr lo anterior se diseñó una estrategia integral que incluyó la recuperación de la vegetación en las áreas inundables, contemplando su permanencia tanto en momentos de sequía como en la inundación, con diseños específicos para cada macrohabitat –zapal, caño, arroyo, río y ciénaga–. Para relacionar la recuperación de los ecosistemas con la vida cotidiana de los habitantes se desarrolló un plan de recuperación de modos de vida que consistió en el rescate de los espacios aledaños a las casas, transformándolos en patios productivos biodiversos, en los que fue posible la recuperación de prácticas tradicionales de siembra y uso de diferentes especies en la cocina.
En los municipios de Ayapel (Córdoba) y San Benito Abad y San Marcos (Sucre), entre 2016 y 2018 se implementaron 20 patios productivos y 1271 unidades básicas de rehabilitación. Se plantaron más de 30 000 plantas nativas en lotes que totalizaron 380 ha aproximadamente. Esto facilitó la recuperación de la conectividad en 4822 hectáreas en La Mojana.
Para la rehabilitación de ecosistemas es muy importante la comprensión de los modos de vida de los habitantes de una región dado que son ellos quienes viven en los humedales y tienen conocimientos tradicionales vinculados directamente con los usos de la biodiversidad en estos ecosistemas. A partir del reconocimiento y la rehabilitación de los modos de vida es posible dinamizar los paisajes socioecologicos, recuperar los servicios ecosistémicos en conjunto con las familias y aumentar las probabilidades de obtener mayor bienestar para resolver sus necesidades básicas de vida.