El Orinoco fue sitio de fascinación para muchos viajeros pero Humboldt y Bonpland añadieron a su visión la lente del conocimiento con la que consignaron todo lo que pudieron ver por estas tierras, entre otras el reconocimiento científico del Casiquiare, la cartografía del Orinoco, Apure, Meta, Guaviare y Caura, el descubrimiento de nuevas especies animales y vegetales, su análisis de las sustancias con diferentes usos y sus observaciones antropológicas1. En 1804 estos dos naturalistas salieron del territorio de la Nueva Granada para continuar su recorrido por la América equinoccial2 y confirmaron, con medidas exactas, la ubicación del río Orinoco y su comunicación con la cuenca amazónica a través del caño Casiquiare3. Es justamente en el Orinoco cartografiado por Humboldt donde Bolívar se encuentra con José Antonio Páez y obtienen una importante victoria sobre el pacificador Morillo4.
Así como en su momento estos grandes explorados plasmaron sus impresiones de esta región, actualmente existen diferentes visiones en relación a los límites de la Orinoquia. Estas visiones se han expresado en mapas de acuerdo con los propósitos y perspectivas institucionales y sociales del territorio, así como al momento político del país en el cual estos se establecen. Cada Orinoquia, representada de manera cartográfica, es una invitación a pensar y actuar de manera explícita el territorio y en observar cómo las diversas versiones de sus límites lo reflejan como objeto de debate público y político y como sujeto de la actividad de las entidades, con sus visiones y misiones particulares.
Estas visiones derivan en un ordenamiento del territorio menor o mayormente informado, a partir de datos espacializados en escalas local, regional o nacional, que constituyen la base de conocimiento de la región. En este sentido, el Instituto Humboldt ha contribuido de manera importante al conocimiento de la Orinoquia, inicialmente desde una aproximación al conocimiento de las especies (presencia, riqueza y abundancia) y poco tiempo después vinculando este conocimiento al entendimiento de dicha diversidad como el sustento del desarrollo regional. Se ha buscado entender la biodiversidad, así como los factores que determinan su distribución espacial y temporal en contextos de cambio territorial (transiciones), con información de calidad, accesible y abierta sobre las dinámicas sociales y ecológicas del territorio.
Se destacan cinco aproximaciones del Instituto Humboldt –que permiten entender y generar lineamientos para la gestión de la biodiversidad, los servicios ecosistémicos y la sostenibilidad de la Orinoquia– que deberían, en esencia, articularse entre sí con un objetivo común y orientar las agendas de investigación y gestión subregionales y locales: 1. Plan de Acción Regional de la Orinoquia (Parbo); 2. Mapa de Ecosistemas de la Orinoquia; 3. Plan Estratégico de la Macrocuenca del Orinoco (Pemo); 4. Planeación ambiental para la conservación de la biodiversidad en las áreas operativas de Ecopetrol; 5. Talleres para la conservación y uso sostenible de la biodiversidad en la cuenca binacional del Orinoco (I, II, III, IV).
Esta información desarrolla otros matices según las múltiples escalas (parcela, finca, microcuenca, cuenca, macrocuenca) y según el tipo de preguntas de investigación. Desde los trabajos del Grupo de Exploraciones y Monitoreo Ambiental (Gema) se aportó un importante volumen de información biológica que ha venido siendo enriquecida con otras expediciones y trabajos de curaduría, además de un gran esfuerzo en la recopilación y análisis de información para la elaboración de documentos de línea base (biológicos y sociales), hasta lineamientos de gestión que incluyen recomendaciones y directrices conceptuales y metodológicas para la toma de decisiones y el manejo del territorio.
El Orinoco fue sitio de fascinación para muchos viajeros pero Humboldt y Bonpland añadieron a su visión la lente del conocimiento con la que consignaron todo lo que pudieron ver por estas tierras, entre otras el reconocimiento científico del Casiquiare, la cartografía del Orinoco, Apure, Meta, Guaviare y Cauca, el descubrimiento de nuevas especies animales y vegetales, su análisis de las sustancias utilizadas para curar y matar en la selva y las observaciones antropológicas de los indígenas como los otomacos, jugadores de pelota y comedores de bolas de tierra, también de algunas tribus extintas como las autoras de los petroglifos que pudieron observar a lo largo de su viaje o la de los autores de la cueva de Ataruipe, cuya lengua se conservaba.
El poema de Miguel D’Ors titulado Alexander von Humboldt explora el Orinoco (1799) Ilustra con claridad el espíritu científico con el que recorrió el Orinoco, que es el mismo con que siglos después el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt ha trabajado para la comprensión y visibilización de la importancia de esta cuenca en el desarrollo del país.