En los últimos años aproximadamente 700 especies de anfibios han declinado o desaparecido en el mundo1. Esta crisis se atribuye a varios factores como la destrucción del hábitat, la contaminación, el cambio climático y las enfermedades emergentes2. Hongos y virus también se han asociado con disminuciones poblacionales, desapariciones a nivel local y extinción, además han tenido, sin duda, un impacto dramático en las comunidades de anfibios3. La enfermedad que ha sido considerada como la principal causa de la crisis de conservación que enfrenta el grupo es la quitridiomicosis, causada por un hongo microscópico conocido como Batrachochytrium dendrobatidis u hongo quitridio. Aunque no hay información sobre la llegada del patógeno al país, se tiene evidencia que lo primeros brotes de la enfermedad en latinoamerica se dieron hacia los años 80 y 904. Este hongo afecta la piel de los anfibios, un órgano vital en la respiración, y su posterior infección puede llevar a la muerte debido a un paro cardiaco5. Existen tratamientos con antifúngicos que son muy eficientes para tratar la infección cuando los animales están en cautiverio. Pese a esto, no ha sido desarrollado un método que permita proteger a los individuos en su medio natural. Este patógeno, además de afectar un amplio rango de especies, puede diezmar comunidades completas en cuestión de días6.
Es preocupante que la información sobre la presencia de enfermedades infecciosas emergentes, incluyendo la quitridiomicosis, y su impacto sobre la fauna colombiana es todavía muy limitada. La escasa inversión en vigilancia y diagnóstico dificulta la evaluación del riesgo que corren las especies de anfibios en Colombia. El país tiene registros confirmados del hongo quitridio en 43 localidades7. Esta es una amenaza latente para las más de 800 especies de anfibios registradas en el territorio nacional. Muestreos extensivos demuestran que el patógeno ha sido diagnosticado en especies pertenecientes a 12 familias de anfibios. Datos de presencia son útiles para la generación de modelos que permiten entender mejor la distribución potencial del hongo en el país y tomar medidas informadas para su gestión. Lugares donde hay mayor probabilidad de encontrar el quitridio estarían relacionados con áreas donde la temperatura varía poco y hay una alta precipitación, incluso en épocas secas. Especies de anfibios que se distribuyen en estas zonas enfrentarían entonces mayores riesgos de extinción. Adicionalmente, debido al cambio climático global estas zonas de amenaza no son estáticas en su clima, de manera que reconocer características ambientales que se asocian con la presencia del hongo es fundamental para identificar sus potenciales áreas de expansión.
Actualmente, para el occidente del país se ha elaborado un primer mapa de distribución geográfica del hongo, sin embargo falta el muestrao en la totalidad del país. Es necesario implementar planes de monitoreo que involucren tanto a los anfibios como a su patógeno mortal en todo el territorio nacional, incluyendo las áreas protegidas del Sinap. Se sugiere que el muestrao con frotis de la piel sea parte integral del monitoreo de anfibios, también el desarrollo de estrategias de mitigación como conservación ex situ y experimentación con las bacterias propias de la piel de las ranas (probióticos) para el control del hongo. Esto permitirá complementar el mapa de distribución del patógeno en el país, refinar el entendimiento de características ambientales asociadas a su presencia y reconocer el impacto de la enfermedad sobre las poblaciones.