En 1992, la Asociación Red Colombiana de Reservas Naturales de la Sociedad Civil (Resnatur) participó en la definición de la figura de Reserva Natural de la Sociedad Civil (RNSC) y logró su inclusión en la Ley 99 de 1993. Hoy en día, esta continúa siendo la única categoría de conservación privada inscrita en el Registro Único Nacional de Áreas Protegidas (RUNAP) en Colombia. En la Orinoquia, el proceso organizativo de estas áreas inició con la coordinación de la Fundación Horizonte Verde. Hacia 1994 se establecieron las primeras reservas en el departamento del Meta: Rey Zamuro, Mata Redonda y Las Unamas; seguidas, en 2005, de La Esperanza en Casanare, La Culebra y El Torreño, en Arauca, y en 2007, Bojonawi, en el Vichada.
En 2011 se encontraban afiliadas al Nodo Orinoquia de Resnatur cuarenta reservas, diecinueve de ellas ubicadas en el Meta, diez en Casanare, nueve en Vichada y dos en Arauca. Con un área de 65 965 ha, estos espacios contribuyeron a la representatividad de siete grandes paisajes y catorce ecosistemas identificados, así como a la conservación de 1096 especies de plantas, 385 de aves, 43 de mamíferos, 121 de peces y 49 de anfibios y reptiles; trece de ellas catalogadas en alguna categoría de amenaza1. Actualmente, la cifra de RNSC afiliadas a Resnatur llega a 183 (77 440 ha2), de las cuales 36 están ubicadas en la región de la Orinoquia, con un área total de 58 771 ha2.
Las RNSC también contribuyen al Sistema Regional de Áreas Protegidas de la Orinoquia (Sirapo)3. Estos espacios complementan sus esfuerzos de conservación con otras estrategias como las Áreas Importantes para la Conservación de las Aves (AICA), de las cuales hay diez en la Orinoquia: una en Vichada y nueve en Casanare4.
Las RNSC de la Orinoquia también han sido escenario de hitos significativos de conservación. En las reservas Rey Zamuro y Mata Redonda (601 ha), ubicadas en San Martín, Meta, se estableció el primer banco de hábitat de Colombia y de Suramérica en 2016. Así mismo, la reserva La Reseda fue declarada como la primera OMEC (Otras Medidas Efectivas de Conservación) de la región en 20225.
Buena parte de estas reservas son fincas ganaderas que desarrollan su actividad productiva interviniendo el paisaje. Sin embargo, en la mayoría de los casos, con mínimas transformaciones de las coberturas vegetales. Es decir, generan sinergias con la biodiversidad, las cuales orientan las decisiones de conservación de los propietarios de la tierra. Las ganaderías bovinas, que históricamente se han desarrollado en las sabanas inundables y en la altillanura orinocense, han basado su actividad en un “sistema sostenible” que funciona con base en una baja carga animal por hectárea y en la comprensión tanto de la dinámica de los ciclos hidrológicos y biológicos como en la movilidad de los animales en el territorio6. Así conviven, como sistemas socioecológicos que mantienen la cultura llanera y se basan en la oferta ambiental disponible.