Colombia es uno de los países más biodiversos del mundo por unidad de área, pero tambiénuno de los más fértiles para el desarrollo de actividades productivas. Dentro de estas, la ganadería bovina constituye unafuente potencial de conservación de la biodiversidad, siempre y cuando implemente un modelo acorde con las características de los ecosistemas que contemple las relaciones entre los componentes de los paisajes, de las cuales dependen la funcionalidad y el riesgo de degradación de estos últimos.
En la Orinoquia existen diferentes tipos de paisajes ganaderos, que difieren no solo por suubicación, sino por la relación que establecen con aquellos ecosistemas con los que seasocian. Si bien se reconocen los impactos negativos que algunos modelos de ganadería han generado de manera diferencial, es importante identificar y valorar aquellos que generan sinergias con la biodiversidad, las cuales terminan orientando las decisiones de conservación de los propietarios de la tierra. Las ganaderías bovinas que históricamente se han desarrollado en las sabanas inundables y la altillanura de la Orinoquia han basado su actividad en un “sistema sostenible”, que funciona con base en una baja carga animal porhectárea y en la comprensión tanto de la dinámica de los ciclos hidrológicos y biológicos comode la movilidad de los animales en el territorio. Así, conviven con la cultura llanera sin generar grandes transformaciones de los ecosistemas locales, como bien lo reflejan sus coberturas naturales o seminaturales. En la altillanura, por ejemplo, se destacan las “sabanas cautivas1,2”, que han coevolucionado con la ganadería y cuya presencia ha generado condiciones que favorecen la aparición o el incremento de componentes de la biodiversidad.
La gestión de los paisajes ganaderos debe llevarse a cabo de manera aditiva, de tal forma que advierta e integre los factores socioecológicos territoriales, provocando cambios de impacto regional, que permitan la conservación de las sinergias actuales y la generación de otras nuevas, basadas tanto en las experiencias regionales con bajos grados de perturbación como en el diseño de unidades y acuerdos de funcionamiento ambientalmente saludable de los paisajes.
Esta gestión puede darse a través de dos tipos de esfuerzos: (a) los gremiales asociativos y comunitarios, a través de acuerdos de conservación, fondos patrimoniales de inversión y alianzas productivas o de sostenibilidad, o (b) los individuales, mediante incentivos, certificaciones y estrategias de conservación privada, entre otras. A su vez, deben considerarse estrategias de nicho de mercados especiales que reconozcan en el producto ganadero su relación con la conservación de la biodiversidad.
Es necesario, entonces, seguir asumiendo los retos y oportunidades que el desarrollo de la ganadería plantea en la Orinoquia, ya que son los flujos energéticos y las interacciones entre los diferentes componentes del sistema los que determinan la sostenibilidad del mismo y los que pueden garantizar el mantenimiento de los servicios ecosistémicos.