El paisaje que resulta de la urbanización es un mosaico complejo, heterogéneo y discontinuo, compuesto por parches de origen natural y elementos diseñados o manejados por el hombre1. En términos generales, estos componentes pueden agruparse en tres infraestructuras: 1. Gris, que está constituida por elementos como edificaciones y vías; 2. Azul, representada por ríos, lagos y canales hídricos y 3. Verde, que incluye remanentes de bosques, matorrales nativos, vegetación riparia, humedales, manglares, quebradas, ríos, campos agrícolas y forestales, parques metropolitanos, cementerios, campos de golf, parques de bolsillo, entre otros2. La complementariedad entre estas infraestructuras define las relaciones entre las actividades humanas y las dinámicas de los procesos de los ecosistemas, además exacerbar o mitigar los impactos socioecológicos de la urbanización3,4.
La heterogeneidad espacial de las ciudades implica una gestión estratégica que considere tanto acciones de preservación y restauración para fortalecer la conectividad entre los espacios así como propuestas de diseño coherentes con el contexto socioecológico de cada ciudad y que propicien la generación de nuevas interacciones y funciones socioecológicas. Bajo este marco, la infraestructura verde urbana -IVU- surge como una herramienta de planificación y gestión urbana fundamental para fortalecer las relaciones entre el hombre y la naturaleza y para reducir la dicotomía entre lo natural y lo construido.
Para ser resilientes, las ciudades no solo deben crear y mantener espacios sensibles a las necesidades de sus habitantes urbanos humanos, también a los no humanos como las aves, los mamíferos, los insectos, las plantas o los microorganismos. Así mismo, estos espacios no deben limitarse únicamente a áreas de conservación aisladas, deben estar integrados a edificios, plazas, parques y al espacio público. Esto significa que las soluciones arquitectónicas, además de tener en cuenta consideraciones técnicas, también deberían estar pensadas para crear relaciones saludables con seres no humanos e integrar la naturaleza en piezas de infraestructura.
A nivel nacional, se ha venido trabajando en la Mesa de IVU, cuyo objetivo es lograr un acuerdo y un lenguaje común alrededor del concepto de infraestructura verde en el país, a partir de la articulación de actores públicos y privados. Se propone una clasificación para Colombia basada en criterios de composición, estructura y función que evidencien los beneficios que cada tipología ofrece, en términos de conservación de la biodiversidad, bienestar humano, mitigación y adaptación al cambio climático. Se espera que este trabajo permita tomar decisiones que fomenten y fortalezcan la implementación de proyectos de IVU en el país, mejorando su articulación con otros instrumentos de planificación urbana como la estructura ecológica principal y aumente los beneficios que los espacios naturales le brindan a los ciudadanos, incluyendo dimensiones del bienestar humano como el disfrute, la recreación, la actividad física o las oportunidades económicas.