El paisaje agropecuario se manifiesta como una unidad en la que se expresa la relación entre el desarrollo de actividades agropecuarias y coberturas con remanentes de ecosistemas en buen estado para transformar algunos de los elementos del paisaje en bienes y servicios agrícolas o pecuarios. Estos paisajes responden a desafíos mundiales como la producción de alimentos, la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, la degradación de sus ecosistemas y la pérdida de biodiversidad y de servicios ecosistémicos (SS. EE.). Para abordar estos desafíos, es crucial formular alternativas que permitan diseñar paisajes que mantengan sus funciones sociales y ecológicas, por medio de mosaicos espaciales heterogéneos que estimulen la coexistencia de los bienes y servicios agrícolas o pecuarios junto con la conservación de la biodiversidad y sus beneficios.
Para evaluar la heterogeneidad en los paisajes agropecuarios en Colombia, se realizó un ejercicio de caracterización de los mosaicos dentro de las unidades de producción agropecuaria -UPA- ya establecidas1. El objetivo principal de las UPA es la producción de bienes agrícolas, forestales y pecuarios acuícolas. En este análisis se cruzaron estas actividades con la existencia de áreas naturales boscosas o de páramo1,2, la huella espacial humana3 y la oferta potencial de servicios ecosistémicos de regulación4 -carbono, regulación y oferta hídrica-. Se determinó que menos del 25 % de los paisajes agropecuarios del país son heterogéneos lo que significa que desarrollan actividades productivas con la presencia de áreas naturales. Estos paisajes coinciden con áreas de baja vulnerabilidad para la oferta potencial de SS. EE. de regulación y unos índices de huella humana bajos y están ubicados en las regiones del Pacífico, Amazonia y Orinoquia. Adicionalmente, se identificó que el 55 % de estos paisajes agropecuarios heterogéneos implementan prácticas encaminadas a la conservación de áreas boscosas y rondas hídricas1.
Al comparar el tamaño de los paisajes agropecuarios se evidencia una mayor área promedio de las UPA en las regiones de la Orinoquia y el piedemonte Andino-Amazónico, que es relevante en el impacto que los paisajes heterogéneos pueden tener en la conservación de áreas naturales y en el mantenimiento de la oferta de los SS. EE. En este sentido, la heterogeneidad puede contribuir no solo al uso sostenible y a la conservación de la biodiversidad, sino también al aumento de la resiliencia socioecológica, la seguridad alimentaria y el bienestar humano, con el fin de tener paisajes más sostenibles.