La intensidad, escala y rapidez con que la humanidad ha degradado los ecosistemas en el siglo XX no tiene precedentes1. Los efectos de la actividad humana en el funcionamiento natural del planeta permiten que científicos de múltiples disciplinas adopten el término geológico antropoceno para denominar esta época2. La sociedad colombiana no ha sido ajena a los debates internacionales sobre el medio ambiente y las consecuencias de la acción humana sobre la biodiversidad3.
Articulado estrechamente a la implementación del Convenio de Diversidad Biológica -CDB-, el Instituto Humboldt cimentó su labor en el conocimiento, conservación, uso sostenible de la biodiversidad y distribución justa y equitativa de los beneficios que se derivan de la utilización de los recursos genéticos4. Situado en la interfaz ciencia y política en temas de biodiversidad y desarrollo sostenible, desde sus inicios generó conocimientos para comprender las interacciones entre los sistemas sociales y ecológicos. De ahí que desde su comienzo el Instituto haya contado con un programa líder en investigaciones sociales y económicas articuladas en un enfoque socioecológico, hoy Ciencias Sociales y Saberes de la Biodiversidad.
En un cuarto de siglo, el programa se ha preguntado desde temas relacionados con la conservación y los usos sostenibles de la biodiversidad y ha transitado hacia cuestionamientos sobre la gestión y la sostenibilidad de los paisajes en el territorio continental. Para ello se han estudiado paisajes rurales en la Orinoquia, el Caribe y los Andes colombianos, pasando por páramos, humedales, bosques andinos, secos, húmedos tropicales, en temas cómo bionegocios, socioecosistemas, sistemas de conocimientos, medios de vida, sistemas de gobernanza, servicios ecosistémicos, conflictos socioambientales, entre otros. En el camino, el programa ha incorporado nuevas perspectivas teóricas y metodológicas actualizando sus marcos de análisis nutriendo discusiones y abordajes. El resultado de este trabajo ha generado estudios que proporcionan conocimientos, tanto teóricos como prácticos, para la toma de decisiones con criterios socioecológicos ante los problemas ambientales del país con las investigaciones en páramos, humedales y bosque seco. Estos esfuerzos se sustentan en la comprensión de que el desarrollo de las relaciones entre la gente y el entorno están fundadas en interacciones continuas, dinámicas y cambiantes que permiten y limitan las estrategias de gestión de la biodiversidad de las comunidades5.
El Instituto ha demostrado que se pueden obtener conocimientos más completos si diferentes disciplinas científicas unen fuerzas en la búsqueda por analizar los problemas ambientales. Sin embargo, actualmente persiste el desafío de cerrar la brecha entre las ciencias naturales y sociales. A partir del diálogo con investigadores actuales y pasados del Instituto, se evidencia la necesidad de una integración en el quehacer institucional que facilite la migración de una investigación interdisciplinaria hacia una transdisciplinaria, que supere las respuestas modestas o meramente retóricas. Ello contribuiría a proporcionar bases científicas más sólidas e integrales, que ofrecen conocimientos útiles para la gestión de la biodiversidad y la transición hacia la sostenibilidad.