Tras años de esfuerzos de país por conocer el estado del bosque seco tropical (BST), se reconoce que queda solo el 8 % de la cobertura original, distribuida en seis regiones a lo largo del Caribe, los valles interandinos y la Orinoquia; ademas en fragmentos con diferente composición florística como resultado de la disimilitud en clima, suelo y estado de transformación1,2 asociado al crecimiento de actividad ganadera y de proyectos de infraestructura. El 92 % del área perdida de este ecosistema, donde actualmente no hay bosque es un territorio diverso en cultura y desarrollo económico, con muchas oportunidades de recuperación y transiciones hacia la sostenibilidad. Hoy, el BST es un socioecosistema donde coexisten múltiples aspectos biológicos, productivos y sociales; por lo tanto las futuras estrategias de conservación y restauración deberán orientarse hacia la gestión integral6 para evitar su colapso y asegurar su mantenimiento en el tiempo3,4,5.
La gestión integral planifica, ejecuta y monitorea acciones para la conservación de la biodiversidad y sus servicios ecosistémicos a través de un proceso colaborativo, interdisciplinario y multisectorial, que destaca las condiciones del territorio, a diferentes escalas, desde lo local hasta lo nacional6. Con este marco conceptual, en 2019, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MinAmbiente), con el apoyo del Instituto Humboldt y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo -Pnud-, lideraron la formulación del Programa Nacional para la Conservación y Restauración del Bosque Seco Tropical en Colombia y su Plan de Acción 2020-2030, con la participación de más de 250 actores y 100 instituciones de todas las regiones donde hay presencia del BST. El programa presenta cuatro líneas estratégicas principales: 1. Generación y gestión de conocimiento; 2. Preservación; 3. Restauración y 4. Uso sostenible, y dos transversales: gobernanza y gestión del riesgo y cambio climático, que en conjunto elevan a nivel de país los intereses de las regiones.
Es de resaltar que el Programa es un resultado de la articulación de actores en las regiones reflejando un portafolio de actividades -nuevas áreas protegidas, implementación de estrategias complementarias de conservación, programas de arbolado urbano, entre otras- que responden a diferentes escalas de trabajo asegurando su pertinencia, apropiación, implementación y mantenimiento en el tiempo.
Dado que el Programa contribuye al cumplimento del plan de acción nacional para la lucha contra la desertificación y la sequía7 y se alinea con la Década de la Restauración de Ecosistemas8, la adopción del programa como un documento de política pública por parte del MinAmbiente es fundamental para iniciar la implementación de esta apuesta de país para la recuperación del BST, donde la acción y corresponsabilidad de actores e instituciones son pilares para la implementación a diferentes escalas.