Colombia es uno de los países con mayor diversidad de palmas en el mundo. De sus 259 especies, el 21 % están amenazadas de extinción y el 23 % son endémicas o únicas de este país1,2. Dentro de las palmas colombianas, hay un grupo de 7 especies que se les conoce como las “palmas de cera” (género Ceroxylon), pues su tronco está cubierto por una cera blanca que fue antigüamente usada para la fabricación de velas.
Por su abundancia, longevidad y altura, sobresale entre estas la palma de cera del Quindío (Ceroxylon quindiuense), símbolo patrio en Colombia (Ley 61 de 1985). Esta palma es bien conocida no solo por su relación con los paisajes andinos y porque es la palma más alta del mundo, sino también porque sus hojas eran cosechadas para las festividades de Semana Santa.
Aunque esta palma está presente en las tres cordilleras de Colombia, es en la cordillera Central donde se encuentran las poblaciones más abundantes, esenciales para el mantenimiento de su diversidad genética3. La población más grande se encuentra en la cuenca del Río Tochecito (Cajamarca e Ibagué, Tolima) por donde pasa el histórico Camino del Quindío. Las palmas crecen en esta zona en tal densidad, que forman unos majestuosos palmares que semejan “un bosque sobre el bosque”, expresión usada por Alexander von Humboldt tras su paso, como muchos otros personajes ilustres, por este camino colonial4.
Desafortunadamente, estos palmares están amenazados. La ganadería extensiva, las quemas y el uso intensivo de agroquímicos impiden que nuevos individuos se establezcan para reemplazar en unos años a los adultos que hoy sobreviven. El ganado, además, genera una matriz de pastos y parches aislados de palmares. La parcelación de la tierra asociada al turismo es otra de las amenazas sobre estas poblaciones. Ante el crecimiento del turismo de naturaleza en el área es importante conservar la conectividad de los palmares por medio de una planificación del territorio y el uso de la infraestructura adecuada para no alterar el patrimonio ecológico, histórico y estético de la zona.
Tochecito requiere que las autoridades ambientales, la sociedad civil, los sectores productivos, la academia, las ONG y la comunidad local implementen de forma combinada y urgente las siguientes estrategias5. 1. Compra de predios y creación de un área protegida pública (mandato de la Ley 61 de 1985); 2. Promoción y apoyo al registro de reservas privadas; 3. Implementación de acuerdos de conservación y producción sostenible; 4. Reconversión de la actividad ganadera; 5. Implementación de un plan de turismo sostenible; 6. Promoción de un programa de restauración y siembra de bosques y palmas; 7. Investigación científica y 8. Fomento de la participación comunitaria y la articulación interinstitucional para el manejo de la cuenca. Solo de esta manera se podrá salvaguardar la mejor muestra natural de nuestro árbol nacional.